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Los juegos educativos han existido desde el principio de los tiempos de la informática. Juegos cuya finalidad principal es la de la enseñanza, permitiendo que el alumno adquiera una serie de conocimientos y habilidades en base a un software que le permite analizar su destreza, mejorarla, y obtener un resultado final.
Pero, demasiadas veces, los juegos educativos son demasiado educativos. ¿Qué quiere esto decir? Están muy centrados en el componente formativo, dejando de lado el componente lúdico. Esta característica de este tipo de juegos conlleva que el uso de estos programas se convierta, en muchos aspectos, en una extensión de una clase de matemáticas, o de física. Tenemos pizarras virtuales, con problemas virtuales, que se resuelven como en clase: con una tiza virtual, y con un resultado que es una puntuación de los ejercicios resueltos.
Este planteamiento no es negativo, pero es importante ir más allá de la idea de crear extensiones de una clase de matemáticas o de física. Y ahí es donde aparecen juegos que son muy similares, cuando no iguales, a cualquier videojuego que podamos imaginar, pero que, en su interior, contienen elementos que permiten el desarrollo del conocimiento del jugador. A esto se le llama fusionar jugador y alumno, de tal modo que ambos, el que juega, y el que aprende, son el mismo individuo.
Somos muchos los que hemos aprendido con juegos que, en principio, no tienen la etiqueta oficial de educativos, aunque todos sabemos que lo son. Pongo tres ejemplos. La saga Civilization sería el primero. ¿Cuánta historia hemos aprendido con esta saga? El segundo sería la saga Sim City, o su derivado actual, Cities: Skylines, donde aprendemos todos los aspectos del desarrollo de una ciudad. Y el tercero es uno que me toca especialmente: los simuladores de vuelo. ¿Cuántas personas que empezaron con el Flight Simulator y otros simuladores han terminado siendo pilotos profesionales? Yo conozco unos cuantos.
Debemos buscar nuevas fuentes de aprendizaje, basadas en el juego tradicional de PC y de consola, fusionado con elementos educativos. La pizarra virtual es muy importante, pero, ¿por qué quedarnos ahí? Podemos crear juegos divertidos, emocionantes, en tres dimensiones, con buenos gráficos y sonido, que además tengan un componente formativo y educativo importante.
Ese es nuestro cometido. Y en esa tarea estamos implicados. Aprender sin saber que estás aprendiendo. Ese es nuestro lema. Y deseamos que lo sea para miles de jóvenes en todo el mundo. Muchas gracias.
